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domingo 19, octubre 2025
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Superación sin límites: “Mi independencia y formación cambiaron mi vida”

Bruno Rodríguez perdió la vista a los dos años, pero nunca las ganas de aprender. Tras una década de esfuerzo y acompañamiento, se convirtió en el primer ingeniero ciego egresado de la UTN Santa Fe. Su historia es una lección de coraje, constancia y amor por el conocimiento

Por Leandro Escobedo – Profesor de Economía / Comunicador – Radio Infinito

Bruno Rodríguez tiene 24 años y una historia que desarma prejuicios. Es ingeniero en Sistemas de Información, deportista, independiente y referente en inclusión para personas con discapacidad visual. Pero detrás de cada logro hay años de esfuerzo, aprendizaje y una convicción que lo sostiene: que la educación y la independencia son las herramientas más poderosas para transformar la vida.

Los primeros desafíos

Bruno perdió la vista cuando tenía apenas dos años. Creció en una familia que siempre lo alentó a estudiar, a moverse por el mundo con autonomía y a no dejarse limitar por las barreras que impone una sociedad todavía poco adaptada.
Desde muy chico comprendió que debía aprender a moverse y desenvolverse en un entorno pensado para personas videntes. “A veces lo más difícil no era no ver, sino sentir que los demás no sabían cómo tratarte”, recuerda. “Tuve que aprender a orientarme, a usar el bastón, a confiar en mi oído y en la memoria espacial. Cada paso era un desafío, pero también un descubrimiento.”

La independencia como escuela de vida

Hoy Bruno vive solo en Santa Fe, donde trabaja y continúa formándose. “Vivir solo te obliga a aprender cosas que antes hacía tu familia: cocinar, limpiar, manejarte en un supermercado. Hoy hago todo eso solo, y aunque la cocina sigue siendo un reto, cada cosa que aprendo me da independencia. No hay nada que te dé más seguridad que saber que podés valerte por vos mismo.”

Esa independencia no se construyó de un día para otro. Fue el resultado de una “doble escolaridad”: Bruno asistía a una escuela especial para aprender braille, movilidad y orientación, y al mismo tiempo cursaba en una escuela común.
“El día empezaba muy temprano y terminaba tarde, con viajes, tareas y adaptaciones. Era exigente, pero también me enseñó disciplina y paciencia. Aprendí que la práctica es lo que hace la diferencia. En la escuela te enseñan muchas cosas, pero si no las ponés en práctica, no sirven. Aprender a moverte o cocinar se aprende haciéndolo, no solo estudiándolo.”

De la curiosidad a la vocación

Su pasión por la informática nació en la adolescencia, cuando un amigo le mostró una computadora con lector de pantalla. “Fue como abrir una ventana nueva. La tecnología me dio acceso al conocimiento, a la lectura, a la comunicación. Y después descubrí la programación. Me fascinó la lógica, la posibilidad de crear soluciones para los demás.”

Esa pasión lo llevó a la Universidad Tecnológica Nacional, donde se convirtió en el primer estudiante ciego en recibirse de Ingeniero en Sistemas en Santa Fe. “No fue fácil. Hubo que adaptar materiales, traducir diagramas, trabajar con compañeros que me dictaban lo visual. Pero lo que me sostuvo fue la curiosidad, el deseo de entender cómo funciona todo. Programar me permitió transformar la realidad a través del conocimiento.”

Diez años de carrera y mil obstáculos: la gesta del primer ingeniero ciego egresado de la Universidad Tecnológica de Santa Fe – Infobae: Superación sin límites: “Mi independencia y formación cambiaron mi vida”

El deporte y la selección

Además de los libros y las computadoras, Bruno también encontró en el deporte un espacio de crecimiento. Jugó al fútbol para ciegos y llegó a integrar la Selección Argentina Juvenil, con la que participó en los Juegos Parapanamericanos Sub-20 en São Paulo, obteniendo la medalla de plata.
“Vestir la camiseta argentina fue un sueño. Es una sensación que no se olvida. El deporte te enseña trabajo en equipo, esfuerzo, disciplina. Y también humildad: porque nadie gana solo, y todos dependemos de todos.”

Del aula a la empresa

Al terminar la carrera, Bruno accedió a una pasantía en una empresa privada del sector tecnológico. Desde el principio fue claro: “Les conté que era ciego y que necesitaba ciertas adaptaciones, pero que estaba preparado. Lejos de ser un problema, se sorprendieron por mi formación. Me contrataron, y poco a poco fui creciendo dentro de la empresa como cualquier otro profesional.”

Para Bruno, esa experiencia fue reveladora: “No basta con cumplir la ley, hay que superar los prejuicios. A veces las empresas creen que una persona con discapacidad es una carga, pero cuando te ven trabajar, entienden que lo único que necesitás son las mismas oportunidades.”

Educación, autonomía y solidaridad

A lo largo de su vida, Bruno descubrió que la independencia no significa aislamiento. “Vivir apoyando y siendo apoyado siempre es mejor que vivir solo. La solidaridad se devuelve y fortalece a todos. Yo no estaría donde estoy sin la ayuda de muchas personas que confiaron en mí, pero también aprendí que uno tiene que hacer su parte.”

Por eso, su mensaje para quienes atraviesan obstáculos es simple y poderoso: “La educación y la independencia son las claves. Si uno se anima, termina la secundaria, una carrera o un oficio, puede aspirar a un trabajo digno y a una vida plena. No hay barreras que la voluntad y la preparación no puedan vencer.”

Un referente que abre caminos

Hoy, Bruno combina su trabajo como ingeniero en sistemas con charlas y capacitaciones sobre accesibilidad digital. También sigue vinculado al deporte y a los proyectos sociales que promueven la inclusión.
Su historia no es solo la de un joven que logró lo que muchos creían imposible, sino la de una sociedad que empieza a entender que la discapacidad no es un límite, sino una forma distinta de mirar el mundo.

“Yo no veo con los ojos, pero veo con la experiencia, con la memoria, con la lógica, con lo que aprendí. La educación me dio herramientas, y la independencia me dio libertad. Eso cambió mi vida.”

FOTOS: INFOBAE

Sobre el autor:

Leandro Escobedo es profesor de Economía y comunicador. A partir de una neuropatía motora que transformó su vida, decide enfocarse en visibilizar las realidades y los derechos de las personas con discapacidad. Propone así e impulsa una mirada inclusiva que pone en valor la autonomía, la educación y la dignidad como pilares de una sociedad más justa.

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